Comentario: “El Chico Sucio” de Mariana Enríquez
En “El Chico Sucio” Mariana Enríquez, siguiendo el estilo que la caracteriza, cuenta el terror que se vive en el seno de la ciudad de Buenos Aires. En este caso, nos propone a la narradora del cuento como la protagonista, que nos cuenta en carne propia su experiencia al vivir en Constitución y cómo, tras atestiguar un hecho que acaba resultándole casi traumático, cambia su percepción del barrio y de ella misma.
Desde un principio, la narradora nos plantea que se
siente a gusto viviendo en Constitución y que, de hecho, fue una elección. Su
familia de clase media tenía una casa que había pertenecido a un familiar y la
mantenían en alquiler. Pero la narradora encontraba una mística especial en esa
casa y, al hacerse mayor, se muda. La tensión de la historia comienza a
sentirse cuando conocemos a sus vecinos de enfrente: una chica joven embarazada
y su hijo de, aproximadamente, cinco años, “el chico sucio”. Ambos vivían en la
esquina, y su único hogar eran tres colchones apilados y un par de bolsas. Si
bien la narradora sentía pena por el chico y un mal presentimiento sobre la
madre, no dejaba de considerarlos una escena más dentro de su paisaje urbano.
El momento en que ella realmente toma conciencia sobre estos es cuando ambos
desaparecen repentinamente y, acto seguido, la policía encuentra a un
niño degollado en un estacionamiento. Aunque al concluir la historia ese niño
no fue el chico sucio, ese evento transforma a la protagonista.
Lo que resulta particularmente interesante en el
relato, es el punto de vista que eligió la escritora para adentrarnos en el
mundo de la inseguridad. La protagonista es diferente al resto de los
personajes del barrio. Ella vive Constitución como si fuese una aventura, un
parque de diversiones, un objeto de fascinación. Y por más que crea conocer el
barrio y crea saber cómo moverse, existe un costado completo que no puede llegar
a conocer desde su posición. Hay un resentimiento, una inquietud y una angustia
en Constitución que le es ajena, porque nace de vivencias opuestas. La misma narradora dice al principio “el barrio quedó marcado por la huida, el abandono, la
condición de indeseado”, mostrando una parte sustancial de la identidad del
lugar, que ella vive a la inversa. Por eso necesita vivenciar un crimen tan
desgarrador para enterarse qué más hay en el barrio.
Cuentos como este, nos ayudan a entender el universo
literario de Mariana Enríquez, en el cuál el terror no es un género elegido
aleatoriamente, sino que es su medio para llevarnos a otras reflexiones. En sus
textos, lo inquietante actúa cómo un acontecimiento revelador, en donde no solo
debemos dejarnos llevar por él, sino también escuchar qué tiene el miedo para
decirnos. En “El chico sucio” la única forma en que la protagonista termina de empatizar
realmente con la historia y actualidad de Constitución es al sufrirla cara a
cara, algo que no podía hacer cuando al principio se sentía tan audaz. Así,
esta autora nos muestra un costado diferente de esta emoción tan tabú, porque
muchas veces negar el miedo nos hace más ignorantes.
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